“Lo principal para nosotros es no
fijarnos en lo que se halla vagamente a lo lejos, sino en lo que tenemos claramente a la
mano” - Thomas Carlyle
“El sentido del humor aumenta la productividad en el trabajo, reduce el estrés, mejora la salud, potencia la motivación, mejora el aprendizaje y moviliza la innovación"
“Hay ciertas cosas que para saberlas, no basta con haberlas aprendido.” - Séneca
Parece que con los años nos hemos convertido en buenos representantes de esa letra chica, es decir, siendo hábiles para mostrar o aceptar promesas que lucen mejor de lo que son, ya que no indicamos: "las excepciones, lo no esta incluido, lo que parece ser". Es decir, escapes para finalmente terminar no cumpliendo. En la práctica, hoy esta cultura nacional se refleja en tantos actos, acuerdos y contratos de todo tipo y, con diversas entidades públicas o privadas, que casi todos terminamos creyendo o firmando.
En la actualidad llevamos un estilo de vida que nos exige cada día más eficacia, inmediatez y mejores resultados, con las consecuencias que estas mismas exigencias nos dejan sin tiempo para nosotros mismos. Muchas personas aceptan este desafío con la creencia que su capacidad les acerca a la perfección, y buscan alcanzar ese objetivo cueste lo que cueste. La paradoja es que la perfección - en ese sentido - llega a ser bastante imperfecta, porque contrariamente a lo que esas personas piensan, dicho comportamiento les acarreará más inconvenientes que ventajas para su salud física y mental.
Los recientes y atroces acontecimientos de
Paris, los que se vienen a sumar a tantos otros ocurridos en tantas partes, me llevaron a esta reflexión.
Tal vez intentando intuitivamente, calmar mi sensación de impotencia y mi
personal necesidad de comprender la conducta humano, y también, conmovido
por las respuestas de ese niño francés y el cuidado y empatía del padre, cuando fue entrevistado por un periodista
del programa de TV “Le Petit Journal” respecto de los atentados del 13N.
Esto... ¡No fue culpa mía! fue lo que publicó el crack de la "roja"; pretendiendo con ello no hacerse cargo de sus actos y, muy equivalente a la actitud que hemos visto en tantos políticos y autoridades involucrados en los bullados "Casos Siglas"; a mi juicio refleja muy bien nuestra cultura de la ambigüedad, esa del "nada es malo ni bueno, todo depende..." y también, refleja una buena parte de esa contagiosa enfermedad narcisista que nos afecta como sociedad de consumo, tan relacionada con el 'hacer y tener´ y casi nada con el 'ser'. 
En su libro "Crear Valor con la Personas", Carlos Sandoval indica que en un estudio reciente del PhD. Darío Rodríguez, sociólogo de la PUC, reveló que el 69% de los empleados tienen miedo a los conflictos; que el 61% piensa que la mejor manera de enfrentarlo es evitándolos; y que el 72% declara que la forma habitual de "resolver" los conflictos es con autoridad.
