miércoles, 25 de noviembre de 2015

¿QUÉ TIENE EN COMÚN LA VIOLENCIA DE SANTIAGO, PARIS o N.Y.?

Los recientes y atroces acontecimientos de Paris, los que se vienen a sumar a tantos otros ocurridos en tantas partes, me llevaron a esta reflexión. Tal vez intentando intuitivamente, calmar mi sensación de impotencia y mi personal necesidad de comprender la conducta humano, y también, conmovido por las respuestas de ese niño francés y el cuidado y empatía del padre, cuando fue entrevistado por un periodista del programa de TV “Le Petit Journal” respecto de los atentados del 13N.

martes, 7 de julio de 2015

¡NO FUE CULPA MIA!

Esto... ¡No fue culpa mía! fue lo que publicó el crack de la "roja"; pretendiendo con ello no hacerse cargo de sus actos y, muy equivalente a la actitud que hemos visto en tantos políticos y autoridades involucrados en los bullados "Casos Siglas"; a mi juicio refleja muy bien nuestra cultura de la ambigüedad, esa del "nada es malo ni bueno, todo depende..." y también, refleja una buena parte de esa contagiosa enfermedad narcisista que nos afecta como sociedad de consumo, tan relacionada con el 'hacer y tener´ y casi nada con el 'ser'. 

lunes, 1 de junio de 2015

EL EQUIPO NO ESTÁ CUMPLIENDO ¿QUÉ HACER?

En su libro "Crear Valor con la Personas", Carlos Sandoval indica que en un estudio reciente del PhD. Darío Rodríguez, sociólogo de la PUC, reveló que el 69% de los empleados tienen miedo a los conflictos; que el 61% piensa que la mejor manera de enfrentarlo es evitándolos; y que el 72% declara que la forma habitual de "resolver" los conflictos es con autoridad.

domingo, 10 de mayo de 2015

LA MAGIA ESTÁ EN NOSOTROS MISMOS

Vivimos tiempos de una transversal desconfianza e individualismo, de más exigencias de derechos y escasa aceptación de los deberes. Nos culpamos unos a otros en un ciclo vicioso sin sentido. No son pocos quienes siguen sustentado la vieja creencia que los problemas que tenemos son culpa de “algo o de algún otro”. En mi opinión, creo que nos falta tomar conciencia de ello y dar un giro, dar un nuevo significado; tal vez ilustraría, recordar el sentido clásico de Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar...". Es decir, somos responsables de los pasos que damos, del ritmo y la ruta que escogemos abrir y seguir. 

Una mala y una buena noticia

Desde mi perspectiva, la mala noticia es que en muchas ocasiones las personas asumen una posición de “víctima de las circunstancias”, y en consecuencia, no se hacen cargo de lo que les pasa. Un mecanismo de autodefensa aprendido para evadirnos, una errónea creencia que consiste en colocar el problema "afuera” como una cuestión externa y ajena a nosotros. Y eso es lo malo, nos privamos las opciones, porque es algo que no estaría en nosotros poder resolver.

La buena noticia es que es posible entender y aprender que en la búsqueda de los objetivos personales o profesionales siempre habrá hechos, personas o circunstancias que nosotros mismos habremos fomentado o ignorado lo suficiente, para que las cosas resulten de esa determinada manera; y en consecuencia, el resultado estará en perfecta armonía y coherencia con esas decisiones tomadas. Por eso, es clave comprender que hacerse cargo, aceptar que han sido “mis” decisiones lo que me tiene en este lugar, es lo que nos puede abrir un mundo de opciones y posibilidades para cambiar el estado actual de las cosas. 

Con los años, he aprendido que aun cuando no me gusten las potenciales opciones, estas siempre están ahí; mientras que en el papel de víctima, las opciones simplemente desaparecen, no están en el paisaje; y ese es el peor de los mundos porque se puede caer fácilmente en el pesimismo y la desesperanza.

Enfrentar con éxito los obstáculos y las dificultades

La Real Academia Española de la lengua, define éxito como El resultado feliz de una actividad o negocio.” En mis actividades de desarrollo organizacional como talleres, charlas o sesiones de coaching, me ha tocado encontrar personas que sienten necesidad y deseos de re-encontrarse, de darle un nuevo sentido a su vida, de conseguir mejores resultados, de superar obstáculos que delaran tener. Es decir, lograr ese “resultado feliz”. Sin embargo y paradójicamente, me he sorprendido con varias de ellas que, queriendo cambiar las cosas en su vida personal o profesional, pretenden lograrlo “sin cambiar” ellas mismas. Y encuentro increíble como tantas personas piensan que eso es siquiera posible.

Si no te gustan los resultados que hoy obtienes y deseas que algo cambie, hay dos opciones: decidir esperar el tiempo suficiente hasta que se produzca algún milagro que lo resuelva o, decidir comportarte y actuar de una manera diferente a como lo haz hecho hasta ahora. De esta segunda opción, es donde surgirá la opción de cambio, por que la pregunta no es si ¿estás seguro que quieres tener éxito? La pregunta de fondo es si ¿estás dispuesto a cambiar? porque sólo como consecuencia de ello podrás conseguir resultados diferentes.

El éxito es natural, pero hay que alimentarlo

No existen asesores, gurús ni hadas madrinas que puedan
tocarnos con una varita mágica para que logremos lo que estamos buscando. Allá afuera, no existe persona ni magia que se pueda realizar para darle éxito sostenible a nadie. Para ello se necesitamos talento, pulirlo con ganas y esfuerzo diario, y por sobre todo, manteniendo una actitud abierta y positiva. Y no es solo un simple decir, una cuestión de pensamiento o de lógica; en esto está involucrada toda nuestra coherencia como seres humanos, lo corporallo intelectual, lo emocional y espiritual. Si bien el éxito es lo natural, porque nacemos con todas las capacidades, no es menos cierto que se parece a una planta, hay que regarla. Para que el éxito llegue y sea sostenible en el tiempo, hay que alimentarlo regularmente con optimismo, creatividad y actitudes positivas, con disposición para aprender y de colaborar, para dar y recibir de otros, no crece por milagro.

Resumiendo

Ser optimista, regalarse respuestas y explicaciones positivas que lo dejen bien. Cultivar – porque no es automático - una actitud de vaso medio lleno. Por ejemplo, leer libros o revistas que alienten. Escuchar música que inspire y anime, incluso mientras se va o viene del trabajo. Convertir los tiempos de traslado en un tiempo de aprendizaje, reflexión, cargar de energía y que nos impulse durante el resto del día y todos los días.

Siempre tenemos la opciòn de elegir, y podemos elegir estar bien o estar mal, aceptar o rechazar, amargarnos por un fracaso o darle un sentido positivo, aprender de ello y avanzar. Recuerda, tener éxito y superar los obstáculos es como un viaje hacia uno mismo. Lo que buscamos lograrlo ha estado siempre en nuestro poder. ¡La Magia está en nosotros mismo!

Reflexionando

Lo que permite asumir una nueva y más optimista forma de actuar, de vivir y convivir en el día a día, son las bifurcaciones del camino y tomar consciencia de eso, nos encaminará hacia mejores condiciones y a un mayor bienestar personal. ¿Cómo estás en estas sencillas prácticas para el día a día?:
  • Agradecer al final de cada jornada los logros y bendiciones recibidas.
  • Levantarte algo más temprano en las mañana para “disfrutar el trayecto”.
  • Despedirte con afecto, de los seres queridos, todos los días.
  • Saludar por su nombre a la cajera del supermercado, al conserje, al vecino, etc.
  • Sonreír o saludar a personas o vecinos que no conoces.

jueves, 2 de abril de 2015

LAS PALABRAS NO SON INOCENTES

"Emitir juicios sobre otros es un arma de doble filo, no tanto porque podamos equivocarnos en los juicios que haces de ellos, sino porque podríamos estar revelando más de una verdad acerca de nosotros mismos.”

Hablar mal y a espaldas de otros, es una mala costumbre o hábito que lamentablemente  encontramos en casi todas las organizaciones, y esta mala práctica, tiene la característica de expandirse como un virus que termina contaminando la cultura organizacional, si no se toman oportunamente las medidas para combatirlo.

Cualquiera que sepa de un agricultor que utiliza aguas contaminadas para regar sus hortalizas o frutales, pensaría que este sufre de un trastorno mental, que está loco. Paradójicamente, cuando trabajadores y muy especialmente, ejecutivos o jefaturas hablan mal y a espaldas de superiores, pares o colaboradores, están precisamente haciendo eso: contaminando la cultura organizacional con opiniones y juicios – casi siempre infundados – que promueven la desconfianza y la desunión; dos aspectos claves para la efectividad y el buen desempeño de cualquier organización.

¿Y si no tiene sentido, entonces por qué lo hacemos?


¿Qué puede motivar a una persona a hablar mal de otra, destacando o burlándose de su aspecto, decisiones, errores o forma de actuar? Por una parte, cada vez que esto ocurra y no hay consecuencias, esto sería una evidencia que se trata de una organización donde los liderazgos no tiene interés en cuidar la cultura organizacional; o sea, según la analogía agraria anterior, a sus líderes no les preocupa si la están envenenando o no.

Por otra parte, también sería un hecho que cualquier ejecutivo que tiene ese tipo de comportamiento, en realidad, no estaría buscando mejorar el clima ni tampoco el nivel de efectividad de su equipo; simplemente lo que está haciendo es elevar su propio ego e intentar sobresalir a costa de opacar o menospreciar a otro. Es decir, esta conducta tiene que ver con la baja autoestima, como dijo David Fischman, “La fuerza del ego equivale a la reacción que ejerce un resorte cuando es comprimido. Cuando el resorte de nuestra autoestima está baja o comprimida, el ego trata por cualquier medio de subirla, sin embargo, todos sus mecanismos siempre son soluciones temporales de una valía y sensación de seguridad insustancial, nunca llegan a elevar la autoestima”. Hablar a espaldas y resaltar los errores de otros o no reconocer los propios errores, son solo algunos ejemplos de ello. Según Fischman, la inseguridad y la baja autoestima serían el motivo más generalizado y la principal causa del "pelambre" al interior de las organizaciones.


Las opiniones personales o juicios


Creo que es importante aclarar y comprender que las opiniones o juicios son actos del habla, que a diferencia de las afirmaciones (por ejemplo, “hoy es lunes o son las 3 de la tarde”), los juicios no son una descripción de eventos o hechos comprobables. Los juicios (Por ejemplo, “Juan es un flojo”) equivalen a dar un veredicto y como tal, generan nuevas realidades, es decir, traen consecuencias en acciones y reacciones.

Otro aspecto relevante a tener presente es lo que se llama: la otra cara de los juicios. Según Rafael Echeverría, Friederich Nietzsche nunca olvidó que “Toda opinión es siempre dicha por alguien, y al emitirla, esta revela quién es, y particularmente, revela la emoción desde la cual lo dice”. O sea, cuando emitimos un juicio no solo hablamos del juicio mismo, sino que también develamos quiénes somos. Si las personas tuviéramos presente esta distinción, si fuéramos conscientes de eso, con toda seguridad pensaríamos mejor las cosas antes de emitir juicios respecto de otros.

Tres reglas básicas para combatir esta mala práctica


1.      Respeto por el "legítimo" otro: Tener, cuidar y fomentar una conducta básica e indispensable en toda sana convivencia: respetar al otro, incluso ante la legítima discrepancia. Respetar y hacer respetar para que nadie se refiera de mala forma de otros, muy especialmente cuando la persona aludida no se encuentra presente.
2.      Compromiso con lo dicho. Antes de dar un opinión, asegúrese de que esta será un aporte a la conversación, de lo contrario no lo haga. En cualquier caso, la opinión o juicio siempre debe estar limitado al ámbito o dominio de observación en el que se hace (por ejemplo, trabajo, familia, vida personal, etc.) y además, debe ser una opinión fundada, es decir, contar con las evidencias que la sustenten. Por ejemplo, “Juan es incumplidor en su horario de llegada, este mes a llegado atrasado 5 veces”.
3.      Dar el ejemplo. Es el primer pilar de la gestión por coherencia organizacional y la principal fuente generadora de confianza. Las dos primeras reglas difícilmente podrán funcionar si primero no se da el ejemplo. No se puede exigir a otros lo que no somos capaces de brindar.

Resumiendo


Cuando en la organización se tolera la emisión de juicios infundados o hablar a espaldas de otros, se está beneficiando a la competencia. El pelambre envenena la convivencia y crea en la organización bandos de “buenos” y “malos” que finalmente deterioran la comunicación, lo cual crea un clima de desconfianza y debilita la efectividad de toda la organización. La idea es gastar las energías en mejorar la organización, generar un mayor bienestar, ser más efectivos y exitosos en superar a la competencia, no al revés.

Reflexionando

¿En qué aspectos de tu vida (personal o laboral) sería bueno cambiar o eliminar el hábito de emitir juicios infundados? 

¿Qué tanto se cuida en tu equipo, el clima y la cultura organizacional en este ámbito?

domingo, 1 de marzo de 2015

TERMINA CON EL “SI, PERO...”

“Se cuenta de un personaje de apariencia formal, que se distinguía por su particular forma de responder cada vez que le daban una instrucción, le proponían una idea o incluso una simple sugerencia; su respuesta algo arrogante siempre era ¡SI, PERO...!  Quienes lo conocieron dicen que era de regular desempeño y como jefe, más bien malo”.

Es muy probable que este personaje no le sea desconocido. Esta actitud o comportamiento podría ser el hábito de su propio jefe, de algún colega, de un colaborador o incluso... ¡tal vez, podría ser el de usted mismo!

Para todos la vida laboral transcurre y se sustenta en una constante marea de conversaciones e interacción con otros, y en ese espacio, es muy común toparse con personas que no escuchan al otro, que no se interesan en lo que dice o piensa. Más bien buscan sobresalir, y sin embargo, consiguen el efecto contrario poniendo barreras que dificultan el entendimiento y la comunicación con los demás.

Algunos se justifican diciendo, "¿quién dijo Si, pero..., Yo, no?  Está claro que uno de las principales enemigos de la comunicación es precisamente eso: “escuchar más para responder y sustentar que se tiene la razón que para comprender lo que nos quieren decir”. Falta algo básico que es mostrar una actitud sincera de apertura, de querer entender antes de contestar.

Hay situaciones típicas como: una persona intentando resolver una negociación respondiendo "Si, pero fíjese que...", o peor aun, vendedores que lanzan un "Si, pero..." cada vez que su cliente les cuestiona el precio, el servicio o el plazo de entrega.  Incluso, no faltan aquellos que responden "Si jefe, pero no se olvide que..." frente a cada comentario que reciben de su superior. 

Posibles explicaciones o paradigmas a cuestionarse:


A veces nuestro ego nos hace percibir lo dicho por otro como algo personal, sin comprender que son simplemente opiniones basamos en información y experiencias diferentes. 

Inseguridad o temor a quedar como inepto o poco confiable para resolver las situaciones, cuando en realidad ya está demostrado que la colaboración, la complementariedad y la sinergía son notables fuentes de efectividad e innovación.

Pensar que nuestra opinión es "la" verdad revelada, sin apreciar que la mirada o la perspectiva del otro, puede llegar a sorprendernos y además, mejorar la nuestra. “La” verdad, es algo que ontológicamente tampoco sería posible porque todos vemos e interpretamos el mundo no como “es”, sino como somos.

Algunas opciones para deshacernos de los "peros":


Primero que nada, tomar conciencia que el pero divide la declaración que hacemos en dos partes – la de antes y la de después del pero. Una vez dicho el “pero”, este de inmediato anula el efecto que tenía la primera parte. Al escuchar "estoy de acuerdo, pero pienso que..."  No solo niega el "estoy de acuerdo", además, introduce sin decirlo, la instrucción: “¡Mejor porqué piensas como yo!"

No suponga, mejor indague. Cuando escuche algo con lo que piensa no estar de acuerdo, antes de responder, tómese un momento, reflexione y pregunte;  verifique si está entendiendo correctamente lo que la otra persona piensa y quiere decirle o por qué dice lo que dice o cuestiona lo que cuestiona. Si alguien dice "Hoy tenemos que dar prioridad al informe...", en lugar de responder sin pensar "Si, pero, mejor hagámoslo mañana...", respondamos "Entiendo, y específicamente, ¿Por qué la prioridad para hoy?". Este simple acto de indagación, le abrirá el camino a conversaciones más productivas. 

Reemplace el “pero”.   Tenga presente antes de decir "pero", si acaso usted quiere negar la intención de la primera parte de la oración que ya dijo; si no quiere eso, entonces simplemente reemplace el pero conectando ambas partes con un “y”; por ejemplo: “estoy de acuerdo, y también pienso que…” Con este simple mecanismo es posible completar una frase asertiva y con sentido positivo, que induce a abrir la conversación y no a crear una confrontación.

Conviértalo en un hábito. Al comienzo, puede sonarle diferente y (¡no dije pero!) en la medida que lo practique se transformará en un nuevo y efectivo hábito.  Recuerde, años dedicados al uso del "pero" no se cambian de un día para otro, requiere de perseverancia y bastante práctica.

Resumiendo

Algo que ayuda muchísimo a la consolidación y anclaje de nuevos hábitos, es hacer público sus intenciones y prácticas, y nadie mejor que su entorno para ayudarlo a "escucharse" cuando se le salga "pero" en sus conversaciones. Déjele saber a su equipo que quiere aprender a escuchar más y también, a reemplazar los pero por un y

Lo mejor de todo esto, es que podría convertir su aprendizaje en una práctica contagiosa para todos ellos también y de paso, mejorar la convivencia y la comunicación de su entorno. 

Reflexionando

  • ¿Qué piensa de la actitud de apertura y sincera intención de escucha al otro, en su equipo?
  • ¿Qué importancia le otorgan a una práctica como esta?
  • ¿Cuánto podría mejorar la comunicación en el equipo, si terminan con el Si, pero..?