domingo, 3 de diciembre de 2017

NO CRITIQUE, NO CONDEN NI SE QUEJE



Recién participé en el programa de Comunicación Eficaz dictado por Dale Carnegie Training - Chile, y fue una gran experiencia con buenos aprendizajes. Uno simple y muy significativo fue recordar justamente, la Regla Nº1: “No Critique, no Condene ni se Queje” del famoso bestseller “Cómo Ganar Amigos e Influir sobre las personas"; escrito por Carnegie hace más de 70 años y que, sin embargo, sigue con gran vigencia hasta nuestros días. Incluso existe una versión de esa obra del 2011, que contrasta esos mismos principios pero..."En la Era Digital".


¿A qué se debe nuestra inconsecuencia frente a los errores?

Con el creciente clima de descalificaciones de todo orden en el que nos vemos envueltos en estos días de campañas, primarias, marcha en contra de esto o aquello donde abunda la descalificación y falta de respeto por el otro; me surgió la idea que esa potente regla podría aportar una mirada y quizá, movilizar un cambio positivo en cuanto a esos tres malos hábitos en que casi todos hemos caído alguna vez.

Por ejemplo, cuando contemplamos una foto donde aparecemos, ¿a quién buscamos primero? … la respuesta es obvia ¿no es cierto? Sin embargo, aunque no lo publiquemos, a los seres humanos nos causa más sufrimiento una fuerte jaqueca que un terremoto o catástrofe al otro lado del mundo. Es decir, es evidente que damos prioridad a nuestros propios intereses. Entonces desde esa óptica, ¿por qué nos cuesta tanto, entender que las demás personas también querrán privilegiar los asuntos o intereses que son más importantes para ellas? 

¿No será mejor asumir un nuevo trato y ser más amable y honesto con los demás?

Para entender el funcionamiento de esa primera regla, podemos decir que Carnegie partió de la base que los seres humanos por naturaleza no nos auto-criticamos. Por más que nos equivoquemos, nos cuesta mucho reconocer y asumir las consecuencias de ello; por el contrario, solemos encontrar con rapidez alguna explicación o excusa para evitar quedar expuestos o pasar "el mal rato de hacernos cargo".

Por esa razón fue que finalmente Carnegie concluyó: criticar a otra persona no conduce a nada bueno. Porque la persona que está siendo criticada, por más razones que existan para hacerlo, en más del 90% de las veces, no dirá: “¡Ah si… yo soy culpable!”. Por el contrario, lo más probable es que:
  • Se ponga a la defensiva
  • Trate de justificarse o de culpar a otro
  • Quede con su orgullo herido y alimente un resentimiento, durante un buen rato.
Y qué decir respecto nuestra cultura chilensis donde pasar piola, ser avispado, no hacerse cargo o no asumir las consecuencias de nuestros actos; es una costumbre que no solo se permite, en muchas ocasiones la aplaudimos y celebramos, casi ha pasado a ser un verdadero deporte nacional.

Resumiendo:

Al parecer la estrategia que estamos utilizando no es la adecuada, porque la única manera de influir positivamente en otros, es demostrar un sentido de sincera amabilidad y empatía. Es bastante obvio que todos las personas, buscamos construir confianza y tener mejores relaciones. La organizaciones buscan mejorar el entendimiento, la cooperación y el trabajo en equipo para lograr una mayor efectividad y mejores resultados. Por eso creo que esta primera regla ataca el problema de raíz. Para qué criticar o condenar, si el efecto que se producirá en el otro, será alejarse y poner una barrera de resentimiento y desconfianza. Para qué quejarse o victimizarse, sabiendo que es nuestra naturaleza o ego, que nos hace reaccionar para no aceptar responsabilidad en el asunto.

Reflexionando:

Si piensa que esta simple y poderosa regla, podría aportar un granito de arena, pregúntese:
  • ¿Cómo está la cultura de los “comentarios de pasillo” en mi organización o entorno?
  • ¿Yo o mi equipo estamos preparados para generar conversaciones de liderazgo, que nos permita cambiar esta cultura? ¿O tenemos miedo de tenerlas?
  • ¿Cuánto podrían mejorar las relaciones, el clima y el trabajo colaborativo, si cultiváramos la amabilidad y el buen hábito que hay detrás de esa Regla Nº1: No critique, no condene ni se queje? 
En mi opinión, quién ilustró magistralmente esta misma temática fue Benjamin Franklin cuando expresó: “Yo no hablaré mal de hombre alguno y de todos diré lo bueno que sepa de ellos”.


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