lunes, 24 de junio de 2013

LA CUENTA DE AHORRO DE LA CONFIANZA

La confianza al interior de las organizaciones es un tema que todos concuerdan es una condición clave para que los equipos puedan trabajar con efectividad en el logro de sus objetivos. Sin embargo, en la práctica al parecer poco o nada se hace para cuidarla, fomentarla o reconstruirla cuando esta se rompe.

La confianza entre personas disímiles se sostiene por medio de una hebra frágil y delgada, la cual  se constituye a partir de los hilos que se tejen a través de la mutua y efectiva disposición a escuchar al otro. En tal sentido, bastan pequeñas cosas – ni siquiera hechos muy concretos,  sino actitudes egoístas, afirmaciones hechas con liviandad, malos entendidos que no se aclaran, etc. - para que esa conexión se rompa.  Y es así como se comienza a corroer la confianza entre las personas, dando paso al temor, el aislamiento y en algunos casos, hasta la guerra de trincheras que es una enorme resistencia o muro que se levanta entre los equipos y sus miembros.

Una mirada desde la Ontología

Rafael Echeverría, en su obra La Empresa Emergente, sostiene: La confianza es el fundamento de toda relación social que no esté sustentada en la fuerza. Por ejemplo, para establecer una relación entre un carcelero y el prisionero, no hace falta la confianza, basta con aplicar la fuerza para privar al prisionero de su libertad o para evitar que este consiga recuperarla. En algunas organizaciones, no hace falta aplicar de manera formal la fuerza para que existan relaciones de trabajo forzadas y sin confianza, por ejemplo, cuando el trabajo se “vive” como una condición de subsistencia. Cuando hay confianza nos sentimos más seguros, más protegidos y menos vulnerables. Cuando no hay confianza se incrementa el temor y se convive con el miedo, y desde esa emocionalidad no hay forma que surja el talento ni la buena disposición y por lo tanto, es evidente que hay un impacto directo en los niveles de desempeño individuales y de equipo.

Generar o Restaurar la Confianza en la práctica

Stephen Covey en su libro de Los 7 Hábitos de las Personas Altamente Efectivas, hizo una ilustrativa metáfora del banco de la confianza, es decir, que es como una especie de cuenta de ahorro bancaria, donde lo que hacen los integrantes en cada nueva relación o interacción, es depositar un monto de dinero en ella, el cual se podrá incrementar constantemente, si usted demuestra en los hechos ser coherente, comprometido y confiable. O  por el contrario, será inevitable que a raíz de sus constantes incumplimientos y explicaciones, no solo malgaste “ese dinero” sino que también, le terminarán cerrando la cuenta.  La cuestión es que una vez que le ocurre eso, normalmente resultará lento y difícil – aun cuando no imposible –restaurar la confianza perdida.

Según Robbins y Finley – autores de ¿Por qué fallan los equipos?  la mejor manera de no dañar la confianza, es precisamente evitar desde un principio que esta se pierda. Y si ya es demasiado tarde para ello, entonces es mejor ser realista y comprender que la reconstrucción de la confianza, es un camino largo donde la clave de éxito es la perseverancia y la coherencia de su comportamiento hacia los demás. Porque ni siquiera un acto de heroísmo o de generosidad basta para borrar aquello que fue dicho o hecho que traicionó esa confianza.

La confianza se gana, sin embargo, es un juicio que se otorga por parte del otro; y eso solo posible de conseguir con el cumplimiento de las pequeñas y grandes cosas que usted ofrece. En esto no hay una vía expresa o fast track. Simplemente diga la verdad, sea sincero y cumpla en tiempo y forma lo que promete. O sea, tenga presente que lo único que puede hacer, es volver a realizar en forma regular y constante esos pequeños “depósitos” en su cuenta de ahorro, y así es posible que pueda lograrlo, no hay otra forma de recuperar la confianza.

Robbins y Finley propusieron nueve condiciones o conductas que los líderes y miembros de un equipo deberían cumplir previamente para poder generar confianza:   
1.       Tener objetivos claros y consistentes
2.       Ser franco, justo y dispuesto a escuchar al otro
3.       Tomar decisiones oportunamente
4.       Apoyar a todos los miembros del equipo
5.       Asumir la responsabilidad de los actos
6.       Otorgar el crédito a los miembros del equipo
7.       Ser sensible a las necesidades de los integrantes del equipo
8.       Respetar las legítimas opiniones de los demás
9.       Habilitar a los miembros del equipo para actuar

Resumiendo:

Hoy el nivel de exigencia y los constantes cambios en la vida laboral, requieren de una actitud proactiva y responsable. 

  • Es básico conocer si existe confianza o desconfianza al interior del equipo, porque es lo que evidencia qué tan preparados están para encarar los desafíos a los cuales se verán enfrentados. Si bien, nada garantiza la seguridad ni elimina las contingencias, la confianza es un antídoto clave para el miedo y la parálisis. 
  • La confianza es el elemento clave que alimenta el espíritu emprendedor de las personas, es la gasolina para el motor de la acción. En la práctica no hay logros o hitos importantes que se hayan alcanzado sin una gran dosis de confianza. 
  • Sostenga las conversaciones que sean necesarias con los integrantes del equipo, muestre interés en escucharlos y podrá comprobar cuál es el saldo en su cuenta de ahorro de la confianza.

Para Reflexionar:

¿Cuál es el nivel de autonomía que hoy tienen los integrantes de su equipo?
¿Qué pasa cuando una persona del equipo se equivoca?
¿Con qué están comprometidos en su equipo?
¿Qué tipo de conversaciones se dan y cuáles no se dan, hoy en su equipo?